El Baztán de la inspectora Amaia Salazar (Ocholeguas.com)
Start Date: December 20, 2014
Time: 12:00 AM - 12:00 AM
¿Qué es exactamente el Baztán? Una tierra al norte de Navarra de una belleza tan intensamente verde como oscura que, desde siempre, ha vivido entre el mito y la realidad. De ahí el éxito de La Triología del Batzán de la escritora Dolores Redondo, la saga policíaca centrada en la avasalladora presencia de esta comarca de cerca de 400 kilómetros cuadrados y unos 8.000 habitantes. Su ubicación se extiende a lo largo y ancho del valle del río Baztan, entre los puertos de Velate y Otsondo.
Por otra parte, coincide con la práctica totalidad del municipio que lleva su nombre. Es importante puntualizar su verdadera extensión y características geográficas porque Dolores Rendondo las interpreta de forma personal. Por un lado, ignora por completo a Urdax y Zugarramurdi que, aunque mantienen su estatus de municipios independientes, forman parte de esta comarca y quizás sean los lugares que, hasta la aparición de estas novelas, mejor representaban esta cultura ancestral que se relaciona con esta parte de Navarra. Por otro, incluye Ainhoa, al otro lado de la frontera francesa que, con otras poblaciones limítrofes, comparten la misma lengua y ese universo mitológico tan peculiar.
Cambio de nombres
Otro dato importante es el cambio de nombres de este río vasconavarro. Desde su nacimiento en los Pirineos hasta que se junta con el Aranea se conoce como Baztanzubi. Y a partir de Mugaire, cuando entra en Guipúzcoa, se transforma en el Bidasoa. Antes de acercarse a Elizondo, la principal población del valle y punto central de las novelas, es recomendable conocer elhinterland por donde se mueve Amaia Salazar, comenzando por Pamplona, donde vive en la calle Mercaderes con su marido y donde trabaja como inspectora de la Policía Foral. De su mano podemos conocer una visión particular de la capital de Navarra, pero sobre todo la bellísima carretera que la une con el Baztán.

Apenas 58 kilómetros pero que nos van adentrando en un mundo distinto que vale la pena recorrer con detenimiento, dejándose seducir por loscaminos secundarios que surgen en el camino. También se podrían explorar otras vías de comunicación como la que conduce hasta San Sebastiány Zarautz o a Irún y Fuenterrabía, donde nuestra atormentada policía va con asiduidad, sin olvidarse de la comarca oscense del Segorbe y de la pintoresca población de Ainsa, que tiene un curioso protagonismo en las novelas.
Pero la estrella es la monumental Elizondo, atravesada por el río Baztán, que la escritora ha cargado de incertidumbre sacándole el máximo partido, tanto a su ubicación como a su patrimonio. Se pueden seguir los pasos de Amaia con los libros en la mano aunque quizás puede ser más práctico unirse a alguna de las visitas guiadas que ofrece el Ayuntamiento. Comienzan en la Plaza de los Fueros, donde hay que fijarse o, mejor tocar, una piedra, tal como lo hace Amaia en las novelas. Se trata de unabotil-harri, pieza esencial en el juego de la laxoa o antigua pelota vasca que, de alguna forma, nos vincula con la tierra de la que forma parte.
De mantecados y chocolates
Desde allí hay que seguir por la calle Jaime Urrutia, donde se ubican algunos edificios que aparecen en la trilogía como el Hospitalenea. Allí se ha colocado una placa que recuerda la desastrosa riada de 1913 que obligó a reconstruir, entre otros, el principal edificio religioso de la villa, la iglesia de Santiago Apóstol, donde se desarrollan algunos de los momentos más emotivos cotnados por Redondo. En el interior, vale la pena fijarse en los cuadros que representan a los evangelistas. Son de Javier Ciga, que en la novela es el autor de la obra que esconde la caja fuerte en la oficina del obrador de los Mantecados Salazar.

Este artista está enterrado en elcementerio que también hubo que trasladar de sitio tras las inundaciones aunque, desde el punto de vista de las novelas, la tumba que más importante es la de la familia Iturzaeta que Redondo convierte en la de la madre de Amaia. De vuelta al centro, hay que ir a la pastelería Malkorra para probar los txantxigorris, además de comprar una barra de un chocolate elaborado allí mismo. Luego estaría la antigua calle del Sol, hoy Braulio Iriarte (en honor a este indiano que terminó en México de cervecero, incluyendo entre sus marcas la famosa Coronita, en cuyo número 38 está la casa de la tía Engrasi y la casa Errota Zañenea que, aunque es en realidad una vivienda, Redondo situó en ella el obrador de Mantecados Salazar.
También en la misma calle está el Bar Txokoto, otra referencia que nos conduce al río Baztá, alma de estas novelas, al que los habitantes del valle reverencian pero también temen. En sus orillas aparecen varios cadáveres y en cualquier momento puede desbordarse y provocar un nuevo desastre. Para explorar el resto del valle e ir descubriendo la cultura que subyace en la trilogía es obligatorio hacer noche en Elizondo y, al día siguiente, seguir profundizando en sus secretos, que van más allá de las novelas.